Desde hace más de una década, el temido y mal llamado “reloj biológico” de las mujeres no debiera ser un factor determinante a la hora de buscar un embarazo. De hecho, desde 2007 se realizan en Chile tratamientos exitosos de criopreservación de óvulos que permiten postergar la maternidad hasta que se desee. “Es una técnica que, mediante un proceso de vitrificación congela los ovocitos permitiendo su uso posterior; y aunque surgió como una posibilidad para pacientes oncológicos, hoy es ampliamente usada por razones sociales, por temas de desarrollo profesional o la búsqueda de estabilidad económica”, explica el doctor Carlos Troncoso, director de IVI Santiago, pioneros en la realización de este tratamiento. Sin embargo, debido a la falta de información, muchas mujeres realizan este procedimiento pasados los 35 años. “La edad promedio de nuestras pacientes para este tratamiento es de 36, lo ideal sería que fuera a edades más tempranas cuando la reserva ovárica es mayor. A medida que aumenta la edad de la mujer disminuye su número de ovocitos”, aclara el especialista. Por lo que es importante consultar, mediante un examen de sangre, la reserva ovárica a partir de los 30 años.

Un estudio realizado en 2018, por IVI España, a más de 3 mil mujeres,
estableció que el 24%, de entre 30-34 años, presentaba una disminución en su reserva ovárica. “Lo que es sin duda inquietante. Por eso, recomendamos a todas las mujeres en edad reproductiva que, mediante un examen de sangre, revisen su reserva ovárica y consideren, como parte de sus chequeos anuales de salud, el estado de su fertilidad”, sostiene el doctor
Troncoso.

De todas formas, cada día son más quienes optan por este procedimiento, que en 2019 creció un 22% en relación al año anterior. Se trata de mujeres
que, en su mayoría son profesionales y sin una pareja o, por lo menos, no
fija; y que reportan un trabajo estable que les permite solventar la vitrificación.

Maternidad en solitario
Otro avance en medicina reproductiva que parecía impensado para generaciones anteriores es la posibilidad de obtener un embarazo sin pareja. Esta tendencia conocida a nivel mundial como “maternidad en solitario”, también es parte de los fenómenos sociales de los últimos años.
En 2019, el 21% de las pacientes que asistieron a una primera consulta se
reportaron sin pareja. Se trata de mujeres de diversas edades, distintos lugares geográficos y diferentes realidades socioeconómicas. Es un grupo muy amplio y diverso.

Para quienes deseen buscar esta alternativa, existen tres tratamientos en
medicina productiva a los que pueden optar:

  1. Inseminación Artificial Intrauterina con banco de semen.
    Procedimiento, de baja complejidad, recomendado para pacientes
    menores de 38 años, que cuenten con una reserva ovárica suficiente.
  2. Fecundación In Vitro (FIV) con banco de semen. Tratamiento,
    sugerido para pacientes más cercanas a los 40 años, consiste en la
    unión del óvulo con el espermatozoide en el laboratorio -in vitro-, con el fin de obtener embriones ya fecundados para transferir al útero materno.
  3. Fecundación In Vitro (FIV) con Ovodonación y banco de semen.
    Procedimiento recomendado para pacientes sobre los 42 años de edad o que presenten alguna enfermedad ovárica, que les impida utilizar su propio material genético.

    Otra alternativa, para las parejas igualitarias es recurrir al método ROPA (Recepción de Ovocitos de la Pareja), pensada para parejas de mujeres. Éste consiste en la fertilización de los ovocitos de una de las mujeres con espermatozoides obtenidos de un banco de semen, a través de la técnica FIV. Una vez obtenidos los embriones, serán transferidos al útero de la otra mujer. De esta manera se logra una “maternidad compartida” entre la madre gestante y la que donó el óvulo.

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